Uno de los días mas inolvidables de nuestra vida suele ser el día en que nos unimos a nuestro amor,nuestra pareja, de toda la vida o, porque no, el recién llegado amor.

Civiles, religiosas, concertadas, de mentirijillas, de las de verdad, pomposas, simples, pequeñas, enormes, concurridas o solitarias, pero siempre celebradas. A pesar de que nuestra memoria es amplia en datos y anécdotas, la memoria de la buena, de la que perdura es la de las sensaciones. Esa es la que trato siempre de guardar y que no se vaya nunca. No es tan fácil que al ver una imagen se reproduzca una sensación, un olor, un momento, una persona y de eso me encargo yo, buscando en cada una de las imágenes todo eso que evoque sentimientos y recuerdos, para que se hagan imborrables. Se habla mucho de estilo y alguien dijo una vez “mi estilo es el no-estilo” Yo me identifico con mi “no estilo” ¿por qué? Fácil; ningún momento es igual a otro, ni ninguna pareja, ni sitio, ni hora, ni fecha, ni si quiera yo mismo. En cada boda hay muchos momentos y siempre estoy ojo avizor para que nada ni nadie se me escape; desde los preparativos hasta la fiesta, hay muchas micro-historias que componen la historia de ese día, que no se volverá a repetir. Me gusta la naturalidad del momento, guardando las buenas maneras y mezclando toda la técnica a mi alcance en mis 20 años de profesión, con la frescura del momento y la espontaneidad que me sugiere cada situación. Si quieres que cuente tu historia, no lo dudes en mi tendrás el ojo narrador que necesitas.